En el sector de la industria, sin importar el ámbito en que esta se desempeñe, la obsolescencia programada significa programar un aparato, equipo o producto para que quede inservible, obsoleto y sin posibilidad de uso al cabo de un tiempo determinado. Por consiguiente, y según la teoría financiera, esto obligaría al consumidor a tirar su objeto dañado a la basura, y a comprar uno nuevo.
La obsolescencia programada tiene su punto cúspide en que el consumidor comprará un producto, este se dañará al cabo de un tiempo, y tendrá que comprar otro que, seguramente, estará a un mayor precio. Además, esto seguirá ocurriendo una y otra vez, asegurando el ingreso económico de la fábrica del producto, pero, considerablemente, generando muchísimos residuos de difícil manejo que son lanzados al medio ambiente.
Obsolescencia programada como estrategia económica
Vayamos a un mercado en específico: la tecnología. Ahora, se hará el enfoque en un teléfono de última generación, una laptop súper nueva, o un televisor recién lanzado. Bien, ahora, se ejemplificará:
Primero, el consumidor adquiere el equipo, este funciona durante 18 meses, luego falla y el consumidor va hasta un servicio de reparación y allí le dicen que es más costoso repararlo que comprar uno nuevo. Entonces, el consumidor tira su equipo dañado a la basura y sale a comprar otro producto, seguramente más nuevo, más caro y con más funciones que el anterior, y, que seguramente le durará menos tiempo. Así se lucran de la obsolescencia programada.
¿Nos afecta directamente la obsolescencia programada?
Desde luego que sí. Podemos clasificar las afecciones en dos. Primero, afecta medioambientalmente, porque la gran cantidad de desechos producidos por esta estrategia premeditada por las empresas conduce a que haya una saturación de basura en todo el planeta. Elementos como el plástico, por ejemplo, tardan más de 150 años en desintegrarse. Y, el plomo, puede matar un ecosistema vivo en cuestión de meses. ¡Lamentable!
Segundo: la economía se ve afectada porque a cada momento hay que comprar un aparato nuevo, a un mayor precio, y que durará menos. Sin embargo, a pesar de que muchos saben cómo se maneja este negocio, igual siguen comprando el modelo más nuevo y más caro, con la esperanza de que dure 32 horas más de lo calculado. ¡Grave error!